lunes, 23 de noviembre de 2009

Instante I

El, con la mirada distraída en la silueta de algún personaje ilustrativo de la historia nacional que refería su ubicación, echó su cuerpo al piso con movimiento lento, friccionando su espalda contra la pared del vagón del metro. Se podía suponer con sólo un soslayo que su mente vagaba tibia en los terrenos de venus: su mano izquierda recargada sobre la rodilla flexionada y una sonrisa dibujada delataban su complejo estado.

Poco a poco las miradas de aquellos pasajeros que tenían acceso a la efigie formada por el cuerpo tumbado en ese espacio determinado del convoy se le adhirieron aunadas a expresiones de sorpresa. El, ajeno a la situación creciente, saltaba su vista aleatoriamente sobre su entorno, sin prestar atención real a las imágenes que recibía de aquel ejercicio.

Pasaron seis estaciones. El clima se condensó conforme aumentó la cuenta. Por fin, dos estaciones antes de llegar a la terminal, se vio a aquel hombre levantarse de golpe. El clima cálido tan contrastante del frío que se percibía fuera del metro en definitiva había sensibilizado su olfato pues su rostro confirmaba la teoría. Se había percatado de las miradas que lo devoraban desde hacía unos minutos y de la mancha pegajosa con olor a orines que decoraba el rincón en el que había estado reposando. La expresión de cualquier forma no duró mucho. Sus nauseas aparentemente desaparecieron rápido pues tan sólo unos segundos antes de que todos descendiéramos del vagón le pude ver sonriendo una vez más, evidentemente perdido entre los colores serpenteantes que ofrece un amor correspondido.

2 comentarios:

  1. jaja no se si ese amor correpondido se enterará de su aventura pero no seria algo tan facil de contar ,me acorde de lo que me paso con mis pantalones ,jajaja cosa que no repetire por aqui .Saludos amigo

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  2. Yo creo que no es tan dificil contarlo... es más estoy seguro de que no jajajaja...

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